Son muchos los motivos por los que una persona adulta puede decidir acudir a terapia. Actualmente se puede observar un cambio en la mentalidad de las personas con respecto al psicólogo. No se considera un asunto de “locos”, se ve como una ayuda profesional a la que se puede recurrir cuando sientes malestar con algún aspecto de tu vida y tienes dificultad para resolverlo, de forma similar a cuando se acude a un médico cuando el cuerpo enferma.
En ocasiones la consulta es por una crisis puntual, en otras se consulta por problemas en las relaciones con los demás y en otras acuden personas que llevan mucho tiempo sufriendo y han decidido dar el paso de comenzar una terapia.
Hay tantos motivos de consulta como consultantes, y tantas formas diferentes de sufrir como personas hay en el mundo. Por este motivo no voy a poner una larga lista de problemas por los que puedes acudir a mí como terapeuta. Los diagnósticos nos pueden ayudar a comprender, a la comunicación entre profesionales, a planificar e intervenir, pero no son una descripción completa de la historia de la persona que tenemos delante. El diagnóstico (como “etiqueta”) es sólo una parte de la persona. En la terapia resulta primordial ver la singularidad de cada persona, eso que le hace única y especial.
Para que la terapia resulte eficaz, requiere una mínima motivación por parte del paciente/cliente. Hay que estar dispuesto a aceptar la ayuda y cooperar.
El proceso comienza con una primera entrevista en la que ambos nos conocemos, el paciente/cliente expresa su motivo de consulta y hablamos sobre las posibilidades de intervención desde mi formación y experiencia. Las sesiones suelen tener una frecuencia semanal, pudiéndose dar casos dónde el trabajo requerido sea quincenal. Las sesiones se van espaciando en función de la evolución del paciente/cliente. El número de consultas totales requeridas es variable, según cada caso.
La consulta es un lugar donde tus sentimientos son escuchados con empatía y respeto. Conocerte en profundidad, aprender a cuidar de ti mismo, encontrar soluciones, dejar de sufrir y superar el malestar, sanar el dolor, recuperar la capacidad de disfrutar y ser el creador de tu futuro son algunos de los objetivos que puedes conseguir con la psicoterapia.